SILENCIO ESCUELA

EL MANUAL DEL BUEN ALUMNO PRO
La escuela y el cuartel


El respeto, la dignidad, términos que en el discurso de Nadorowski parecen remitir al universo policial. Si la escuela fue nuestra preparación para la colimba, las políticas educativas PRO hoy son nuestra preparación para la exclusión.

El respeto volvió. Así titularon desde Educambio la vuelta a "las aulas de la ciudad" a través de la iniciativa del ministro Narodowski que dicen, "permite a los docentes recuperar su dignidad". Por decreto 998/08 se restituye la sanción a través de las amonestaciones. Sistema que fuera eliminado de las escuelas de esta ciudad en 1999. Y desde el espacio oficial es celebrado como "un gesto de apoyo y lealtad a los docentes". Se trata de implementar autoridad legítima. Ni autoritarismo ni laissez faire".

Esto significa que "los profesores y directivos de escuelas medias podrán sancionar infracciones leves en forma directa y considerar la reiteración o acumulación de faltas". Y rematan: "Las gestiones anteriores no se animaron a cambiar un sistema equivocado, implementado hace diez años, que confundía libertad con falta de límites".

La "vuelta" de las amonestaciones tiene una plaza llena y silenciosa (llena de sotanas y sentido común): la de los que esperan que Macri ordene lo público. Y las aulas, eso sí que es espacio público.

La sustitución de este sistema reciclado, en el final del siglo, implicó la creación de los Consejos de Convivencia, los que se conformaban con la triple participación de docentes, padres y estudiantes. "La utilización del diálogo como principal metodología para la solución de los conflictos, contextualización de las transgresiones, garantizar los derechos a ser oído y a la defensa, valorizar el sentido pedagógico de la sanción y tratar de crear la posibilidad de reparación moral o material por parte del responsable en caso de daño u ofensa a personas o bienes de la escuela", rezaba la argumentación de entonces, en el contexto estelar de Ibarra.

Pero la Iglesia se expresó en su momento, a través de un documento enviado a los colegios católicos, contraria a la medida, porque -decían- "no es bueno que los chicos se conviertan en constructores de normas de convivencia institucional, ni tampoco que integren un tribunal que juzgue a sus pares".

Finalmente, se legisló sólo para "lo estatal". Como al coro de curas se sumó un núcleo duro (y laico) de educación privada, con fuerte "lobby", se sugirió a los legisladores que la sanción del proyecto contemplara la conformación de los Consejos en escuelas del estado exclusivamente, otorgando autonomía a lo privado.

Se cumplieron así cincuenta y seis años de un sistema sancionado en 1943 para las escuelas de la ciudad de Buenos Aires por el Decreto 150.073. Se trataba de un Reglamento General para Escuelas Secundarias que definía que "las amonestaciones serán impuestas en número proporcional a la falta cometida por el alumno".

Para el ministro Narodowski, las medidas disciplinarias son "autoritarias pero necesarias", porque "deben volver a imponerse límites". Afirmó que "las herramientas tienen que ser más precisas, complejas. Eso es lo que estamos tratando de hacer con la disciplina en las escuelas. Lo que está cambiando es la realidad. Seguimos pensado que el sistema de amonestaciones es obsoleto, autoritario. El problema es que muchos profesores han perdido el no, el basta. Los adolescentes no sólo tienen la obligación de cumplir las normas sino el derecho de entender qué es lo que la sociedad entiende que está bien o mal. En las escuelas tiene que haber límites".

Pero este decreto contradice la ley del 99, y pone en superficie otro problema de autoridad: ¿puede por decreto contradecirse una ley? Y si ese decreto fuese la "reglamentación" de la ley, como sugiere el Pro, ¿puede un decreto contradecir el espíritu de la ley? Una reglamentación nunca es la negación de la ley.

El 28 de agosto, las diputadas Gabriela Alegre, Liliana Parada y Patricia Walsh, convocaron para que el 1 de septiembre el ministro brinde informes sobre -entre otras cosas- el sistema de Convivencia Escolar. El ministro avisó que no iría. Hoy, el decreto está frenado por el pedido de informes.
Consultada sobre esta iniciativa oficial, la docente y psicóloga Edith Benedetti, de larga trayectoria en la ciudad, empezó por enumerar "acciones aisladas" que -asegura- conforman el sistema educativo Pro: "Primero, la ley mordaza (donde los docentes no pueden hacer declaraciones a los medios); segundo, se quitan todos los espacios de reunión para pensar la tarea en las escuelas (las jornadas de reflexión); tercero, se vuelve a las amonestaciones; y cuarto, se recuperan los días de paro docente y/o de protesta estudiantil en días sábado".

"No dan becas y pueden volver a echar a un pibe de la escuela. Si encima le sumás que los docentes carecen de herramientas de reflexión, y la judicialización de la protesta, está claro el horizonte de exclusión al que esas decisiones se dirigen: una educación liberal y autoritaria". Y agrega: "Encima, a los docentes que paran o a los pibes que toman la escuela, les hacen recuperar los días".

Parece una frase hecha, pero la dignidad que pretenden devolverle al docente, según Benedetti, empieza por el salario. "Un docente que corre de escuela en escuela, que tiene que hacer muchísimas horas para tener un salario digno, no tiene tiempo, se desgasta, se le agota la paciencia. La escuela sigue siendo productora de subjetividad. Un pibe necesita un adulto consistente, no uno autoritario, con la capacidad de pensar a quién estoy formando, y quién es el otro. Reponer el sistema disciplinario es gatopardismo berreta frente a una realidad cada vez mas compleja". [Noticias Urbanas: Martín Rodriguez]