Hasta hace dos meses, gobernar la Ciudad Autónoma de Buenos Aires era para Mauricio Macri una tarea de técnicos profesionales que solo administran la cosa pública. Y para gestionar hacían falta buenos gerentes. Con los gerentes y los administradores, Macri soñaba reemplazar la política y la ideología, dos nociones de las que abomina. Dicho y hecho. El eslogan electoral de gestionar y gerenciar le vino como anillo al dedo para llegar al Gobierno, pero ahora esta empezando a comprobar que gobernar no se trata solamente de saber gerenciar.
Esta descubriendo que una ciudad no se administra como un club de fútbol: cada decisión requiere elegir entre una, dos o mas opciones y cada decisión que toma o deja de tomar es política e ideológica.
Lo cierto es que en estos 60 días como jefe de gobierno ha hecho bastante poco.
Sus dos primeras y polémicas medidas fueron aumentar el endeudamiento de la Ciudad por 1.600 millones de pesos para obra publica y priorizar a los porteños en los hospitales. Hasta ahora, ninguna de esas dos medidas se han implementado.
Nadie puede reprocharle al gestionador boquense que no sepa gestionar el Teatro Colón o la Cultura porque, al fin y al cabo, no se lo votó para eso. Macri vino a gerenciar o a gestionar la ideología de la seguridad: mucha, mucha policía.
Independientemente de si hay más baches o menos subtes, Macri todavía no ha exhibido un plan de gobierno ni de seguridad.
Su caballito de batalla, el traspaso de la Federal, está empantanando en el delicado tema de la financiación y el traspaso de fondos.
En esa disputa están en juego 52 comisarías, con un presupuesto estimado de 900 millones de pesos, que según el Gobierno nacional deberían salir de la coparticipación federal para la seguridad de los vecinos de Buenos Aires.
Desde la campaña Macri sabía que las provincias se negarían a subsidiar la seguridad de los porteños. Entre quienes no votarían esa cesión de recursos nacionales se cuentan varios de sus aliados como el neuquino Jorge Sobisch.
Ante la negativa de traspasarle los fondos, Macri ha amenazado con anunciar en marzo la creación de la policía porteña. Hasta cierto punto es una bravuconada.
Aun si crea una fuerza policial propia, el Jefe de Gobierno debe resolver que características tendrá, su formación, su competencia, su equipamiento.
Su ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, busca modelos extranjeros inspirados en la policía de Londres, Paris, Canadá y Madrid, pero ninguno de esos modelos tiene índices de miseria, marginalidad y violencia comparables a los de la Argentina.
Lo grave del asunto es que el ex juez Montenegro ni siquiera tiene un plan propio sino que esta trabajando sobre un proyecto de policía ciudadana elaborado por el diputado Eugenio Burzaco junto con Cristian Ritondo. Burzaco había sonado para ocupar la cartera de Seguridad, pero finalmente Macri se inclinó por Montenegro y Burzaco ahora se ha acercado al gobernador de la provincia Daniel Scioli.
De hecho, los principales puntos que han aparecido en los medios sobre el eventual plan macrista para la creación de la policía pertenecen al plan de Ritondo-Burzaco.
[Nota publicada el dia 19 de febrero de 2008 en el diario “Infobae” por Walter Goobar.]